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228 (8) - Rima LXXIII (Adaptations) 8 enero 2015

✍ Gustavo Adolfo Bécquer ♫ MoKo

¡Qué solos se quedan los muertos!

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[D]Cerraron sus [Bm]ojos
que a[A]ún tenía a[D]biertos,
taparon su [Bm]cara
con un [A]blanco [D]lienzo,
[Bm]y unos sollo[G]zando,
[A]otros en si[D]lencio,
[Bm]de la triste al[G]coba
[A]todos se sa[D]lieron.

La luz que en un vaso
ardía en el suelo,
al muro arrojaba
la sombra del lecho;
y entre aquella sombra
veíase a intervalos
dibujarse rígida
forma del cuerpo.

Despertaba el día,
y, a su albor primero,
con sus mil rüidos
despertaba el pueblo.
Ante aquel contraste
de vida y misterio,
de luz y tinieblas,
medité un momento:

¡[D]Dios mío, qué [G]solos
[A]se quedan los [D]muertos!

De la casa, en hombros,
lleváronla al templo
y en una capilla
dejaron el féretro.
Allí rodearon
sus pálidos restos
de amarillas velas
y de paños negros.

Al dar de las Ánimas
el toque postrero,
acabó una vieja
sus últimos rezos,
cruzó la ancha nave,
las puertas gimieron,
el santo recinto
quedóse desierto.

De un reloj se oía
compasado el péndulo,
y de algunos cirios
el chisporroteo.
Tan medroso y triste,
tan oscuro y yerto
todo se encontraba
que pensé un momento:

¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!

[D]De la alta cam[Bm]pana
la len[A]gua de [D]hierro
le dio volte[Bm]ando
su a[A]diós lasti[D]mero.
[Bm]El luto en las [G]ropas,
amigos y de[D]udos
[Bm]cruzaron en [G]fila
formando el cor[D]tejo.

Del último asilo,
oscuro y estrecho,
abrió la piqueta
el nicho a un extremo.
Allí la acostaron,
tapáronle luego,
y con un saludo
despidióse el duelo.

La piqueta al hombro
el sepulturero,
cantando entre dientes,
se perdió a lo lejos.
La noche se entraba,
el sol se había puesto:
perdido en las sombras
medité un momento:

¡[D]Dios mío, qué [G]solos
[A]se quedan los [D]muertos!

En las largas noches
del helado invierno,
cuando las maderas
crujir hace el viento
y azota los vidrios
el fuerte aguacero,
de la pobre niña
a veces me acuerdo.

Allí cae la lluvia
con un son eterno;
allí la combate
el soplo del cierzo.
Del húmedo muro
tendida en el hueco,
¡acaso de frío
se hielan sus huesos…!

¿Vuelve el polvo al polvo?
¿Vuela el alma al cielo?
¿Todo es vil materia,
podredumbre y cieno?
No sé; pero hay algo
que explicar no puedo,
que al par nos infude
repugnancia y duelo,

{[D]al dejar tan [G]tristes,
[A]tan solos los [D]muertos}bis